Cuesta darse cuenta.
Todo se fue al fuego por culpa de uno, como jugando.
Las oscuridades suelen estar lejos, pero nos pisan los talones. Hoy un perro me puede estar mordiendo mis zapatos, mientras siento adentro mio, que otra vez, no valía la pena ocultar las muñecas debajo de la camisa azul.
Se podían ocultar, pero las energías son inevitables, envuelven, lastiman, hablan, besan, presienten las incertidumbres.
Una habitación con olor a mujer, a mujeres, peleando en la vida cotidiana, eligiendo no ser, antes que actuar, quedarse inmóviles, tomar un mate, ver una película, hablar de algún hombre, quejarse del trabajo, ir a la tarotista. Eso es un día. Eso son todos los días. Adentro un torbellino. Un acting con actores truchos, en una pelicula barata y humeda. Dentro de la cabeza los duendes.
Se elige escapar. Se elige cambiar de estudios, cambiar de buzo, cambiarse el peinado, cambiarse a si misma, mentirse a si misma creyendo que se cambio, odiar a aquel, amar al odio, odiar el amar, olvidar como se sentía querer, como se sentía dormir sin espera, dormir entre dos aromas, dormir en un aroma mixto, sin pensar que esta pensando, sin que piense que pienso, sin presentir un sentimiento, sin sentir. Ser.
Muchos sabores, pocos aromas. Ningún aroma. Veinte cigarros.