domingo, 6 de julio de 2008

Boca inactiva




Tarde de invierno veranil. Esas cosas que se le ocurre al señor clima ultimamente. Que hacen que Miss Barbarell, trate de sobresalir en charlas de café, comentando su vulnerabilidad, a las modificaciones climáticas.


Sonidos lejanos.


Boca rota.


No puedo besar, ni comer, ni hablar.


3 condiciones básicas que me faltan para que una tarde de domingo, no se comporte como suelen comportarse con los nostálgicos de los días hábiles. Los conozco, son muchos.


Lo peor de todo, es que prefieren la semana. Hacen que el viernes es un carnaval, y mueren porque el día en el almanaque, empiece con la letra M.


Lo de la boca rota, no es literal, ni poético.


No fue furia, ni desenfreno.


Pero, se convirtió, en días libres, y ausencia al trabajo.


Mini vacaciones perversas.


Perro que muerde. Niña que no crece. Juega y no le importa. Tiene 21, y se mofa de eso en el espejo. Recibe el reflejo, y se escapa por la puerta de atrás.


Recorro fotografías inventadas en mi mente. Que hermosa esta, que idiota aquella.


Esquivo imagenes que se aparecen como diapositivas. Un firulete de sensaciones, para evitar sentir lo que se trata de negar.


Hoy estoy como la niña Barbarell que el sol le hace brillar los rulos, y que 18 años después, el mismo se va a esconder, para hacer que una tarde de domingo, la misma niña gigante, piense cosas absurdas y sin sentido, a consecuencia de labio mordido, por diminuto can.